En Argentina, se establecieron en la segunda mitad de siglo numerosos sastres y modistos españoles y franceses, al tiempo que fueron llegando los nuevos adelantos tecnológicos surgidos en Inglaterra con la Revolución Industrial. La falda era acampanada y se adornaba con cintas, volantes, encajes y bordados, para lo que se empleaban damascos rojos y negros, y brocados de oro y plata. Debido a la crisis económica iniciada con el crack de 1929, hubo una reacción inversa hacia el escapismo, la huida de la realidad, que se tradujo en una preferencia por la fantasía que derivó en la nostalgia por el pasado y en las tendencias románticas.