Bertin diseñó el vestido camisa (robe chemise) con el que posó la reina para un cuadro de Marie-Louise-Élisabeth Vigée-Lebrun (1783), una batista de muselina casi transparente que, pese al escándalo inicial, fue enseguida imitado por todas las damas de la corte. En esta época alcanzó fama una de las primeras modistas de renombre, Rose Bertin, que contaba entre su selecta clientela con la reina María Antonieta, quien la consideraba su «ministra de la moda».