En 1950 se enamoró de María del Carmen Chichina Ferreyra, una joven de 16 años perteneciente a una de las familias más ricas y aristocráticas de Córdoba. Hay consenso entre los militares bolivianos presentes en el lugar de que la orden de cremación fue real pero que no pudo ser ejecutada por carecer de los medios adecuados, y también para evitar una eventual reacción negativa de la población, chandal barcelona debido al hecho de que en Bolivia la cremación era ilegal.