Profundas divergencias ideológicas me separaban de René Ramos y éramos enemigos políticos, pero supo morir cumpliendo con su deber, en la primera línea y quien muere así es porque siente un impulso interior que yo le negara y que en esta hora rectifico. Por ejemplo, cuando fue designado presidente del Banco Nacional, renunció a los 2000 pesos que le correspondían por el cargo, manteniendo solo su salario de comandante, que era de 250 pesos.