El que las ordena y pule, «yo», no soy yo; por lo menos no soy el mismo yo interior. Ante palabras femeninas que empiezan con a- o ha- tónicas: el agua, el hada, un águila, pero: las aguas, las hadas, unas águilas. Este vagar sin rumbo por nuestra «Mayúscula América» me ha cambiado más de lo que creí. El personaje que escribió estas notas murió al pisar de nuevo tierra argentina.