En Córdoba, Ernesto padre instaló con un socio una empresa de construcción civil que quebró en 1947. En 1948 recibió otra importante herencia tras la muerte de su madre, sudadera barcelona Ana Isabel Lynch Ortiz. A las 17.30, Inti, Aniceto y Pablito fueron a casa de la vieja que tiene una hija postrada y una medio enana; se le dieron 50 pesos con el encargo de que no fuera a hablar ni una palabra, pero con pocas esperanzas de que cumpla a pesar de sus promesas.